Una abuela que tomé prestada, de esas que te regala la vida, cuando hablaba por Skype con sus nietos, los de sangre que andaban viajando por el mundo, decía que era cosa de dioses. Le asombraba poder hablar y verlos en vivo en una pantalla estando a miles de kilómetros de distancia.
El otro día, en el vuelo de Chicago a Nueva York, cuando miré por la ventana y vi las nubes blancas pomposas, unos tímidos rayos de sol y este celeste intenso pensé: «es cosa de dioses». Ver las nubes para abajo… estar más cerca del sol… estar volando… es cosa de dioses. Sonreí y pensé en ella.
También pensé en qué lindo es viajar, en lo agradecida que estoy de poder hacerlo y en lo difícil que me resulta explicar la felicidad que siento de poder descubrir aunque sea un pedacito de tanto mundo que existe afuera de nuestra rutina. Es cosa de dioses y solo me queda decir gracias a todas las personas que hacen que esto esté sucediendo. Podría agradecer a esos dioses, a la vida o al universo, a lo que sea que haya permitido que esté sentada acá en DUMBO escribiendo esto. 💛