Esta foto no es la más linda pero cuenta una historia que me hace sonreír. Hace ya muchos años, parada en el mismo lugar en que tomé esta foto, parada en mi pie derecho porque el otro lo tenía recién operado, vi a mi hermana ser feliz. De esa felicidad que te sorprende, que no te deja hablar, que te paraliza.

Mi hermana es fan de Javier Pedro Saviola como desde… siempre. Las conversaciones sobre él eran parte de la cotidianidad familiar. Tal es así que para los 15 pide viajar a Barcelona para conocerlo. Hacía poco se había ido de River.
El plan familiar era:
✔️Entrenamiento a puertas abiertas. .
✔️ Partido en el Camp Nou. .
Fuimos a ver al Barça de Rijkaard. La felicidad también tocaba a mi hermano. Estábamos a metros de Van Bronckhorst; Xavi, Cocu, Davids, Overmars, Ronaldinho.
A la salida del entrenamiento esperaríamos a que salga Saviola para pedirle un autógrafo. Esperamos un rato largo. Van saliendo todos los jugadores por distintas puertas con sus mega autos. Tenemos montado un operativo comando pues no se nos puede escapar. Yo en una salida sobre la calle en la silla de ruedas. 🤷♀️ Lo identifican y todos corren a esa puerta. En la muchedumbre mi mamá logra dejarle una nota sobre el tablero del auto. “Hola! Somos de Argentina y vinimos hasta acá porque Sol, mi hija, cumple 15 años y sueña con conocerte. Podés encontrarnos en este celular.”
Vamos a pasear, como si estuviéramos en Barcelona (?), con la intriga de si la nota llegaría a destino. Esa noche, parados en la recepción del hotel por ir a cenar, suena el celular de mi papá.
– Hola, ¿está Sol?
Esboza una sonrisa y pregunta lo obvio: ¿De parte de quién?
– De Javier.
Le pasa el teléfono y ella sólo puede balbucear algunas palabras. Si, bueno. Ok. Chau. Todos mirándola. La conversación debe haber durado un minuto, pero para ella el mundo se detuvo. Estaba soñando despierta. .
La invita a ir antes del entrenamiento del día siguiente para sacarse una foto. Tengo dudas si esa noche por los nervios durmió. No le entraba la alegría en el cuerpo.
A la mañana siguiente ahí estábamos los cinco. En cuanto estacionamos vemos que Saviola estaba entrando. Mi mamá va directo a su encuentro. Mi hermana atrás. Ella seguía sin habla. A mi no me llegan a sacar la silla de ruedas o muletas del baúl así que salto en un pie para ser testigo de esa foto. La foto. La máquina era de rollo. Habría que esperar al revelado para verla. (Ah listo pero qué vintage). Salió.

Le sigue una invitación a ver el entrenamiento a puertas cerradas dentro del mismísimo Camp Nou. Iba a preguntar si lo dejaban hacernos pasar como amigos o familiares. Lo dejan. No voy a entrar detalles porque amerita otro posteo pero vimos a ese equipo del Barça que empezaba a ganar todo, como jamás en la vida podríamos haber imaginado. Ahí, en ese estadio, para nosotros solos.
Anteayer, parada ahí, la volví a ver sonreír nerviosa en mis recuerdos a mi hermana. Volví a ser feliz por ella y la tuve acá conmigo por un rato.