Ese 9 de junio también era viernes, como hoy. Fue mi primer día entero en Vancouver y trabajé 12 horas. Algo enojada conmigo por haber estado tantas horas frente a la compu, busqué algo para hacer cerca de la cuidad. Tenía a mi favor la diferencia horaria y el casi verano que hacía que hasta las 10pm hubiera claridad.
Grouse Mountain sería la razón de mi sonrisa ese día. Perfecto, sublime, indescriptible, sumé un nuevo atardecer entre pinos y un cielo de mil colores entre las montañas mientras anochecía.
No hay foto en la que entren tantas sensaciones. ¡El frío que tenía! Por suerte, tengo mucha memoria y casi que puedo volver a vivirlo. Incluida esa luna llena, gigante, roja que vi aparece entre las montañas cuando ya no había claridad. Quise detener el tiempo, pero no pude. Ahora, en cambio, quiero volverlo atrás, volver a ese día. Aunque vuelvan a doler los cachetes de tanto sonreír. 🙌 ☺️