A Seattle la amé desde el cielo, antes de aterrizar. Cierro los ojos y vuelvo a sentir esa felicidad que no entra en palabras. Todo me parecía perfecto: las calles, las flores, las personas, los edificios, el océano, las montañas. Simple… perfecta. El primer día llegué, dejé las cosas y salí a caminar, sin rumbo, … Leer más